Avellaneda Blues-XII: Pequeñas Historias de pequeños hombres

Avellaneda Blues-XII: Pequeñas Historias de pequeños hombres
 El ingeniero Pérez lo presentó al capataz. Giameo miró con atención a Olmos.
-Tiene buena experiencia como mecánico de autos. Sabe soldar y usar el soplete.-Mientras hablaba, Pérez miraba a Giameo para que este asintiera.
-Bueno-dijo secamente Olmos- para algo va a servir.
Pérez intentó una sonrisa y meneó la cabeza. Luego se despidió de Rubén afectuosamente y lo dejó a solas con Olmos.
-Yo le voy a presentar a Nicola que es el único que está acá. Los otros están trabajando en la planta.
-¿Cuántos son?- preguntó Giameo por decir algo
-Éramos siete hasta hace poco. Ahora somos seis y con usted volveremos a ser siete.
-Ah!-contesto sin entender demasiado la rebuscada contestación de Olmos.
-Che, Nico! Veni.-dijo el capataz.
Nicola se acercó limpiándose las manos con una estopa.
-El muchacho se llama…-Olmos no recordaba el nombre.
-Giameo.
-Eso, Giameo y es un compañero nuevo.
-¿Viene en lugar de Fratti?-preguntó Nicola.
-¿Qué te importa? ¿Vos pagas los sueldos a fin de mes?- le contestó Olmos de mala manera.
Nicola sonrió pensando que de buena gana le hubiera pegado a Olmos como lo había hecho con Vázquez unos días atrás. Pero Nicola no deseaba pelear.
-¿Va a trabajar conmigo? - preguntó.
Olmos pensó: Benítez con Peralta, Ratto con Domínguez y Nicola con Giameo.
Benítez era trabajador lo mismo que Nicola. Eran los dos mejores oficiales no solo de su sección, sino de toda el área. Otros capataces le decían que le envidiaban el tener a esos dos hombres en su equipo.
Repensó las parejas: Ratto era charlatán y bastante haragán y Domínguez aunque era trabajador era bastante inútil. No le agradó la idea de dejarlos juntos. Pero Peralta y Giameo eran jóvenes y nuevos. No tenía demasiado para elegir.
Hacía tiempo que había pedido un oficial y un medio oficial para su equipo. Aun antes de la salida de Fratti. Había demasiados equipos en el área asignados a él. Pero el tonto de Pérez nunca se animaba a solicitarlos con la fuerza suficiente.
Finalmente, miro a Nicola y dijo:
-Si- y mirando el pizarrón donde figuraban los trabajos pendientes continuó:- Vos deja esa bomba que estas arreglando y andá a ver el compresor que está detrás de la usina vieja.
-¿El C-62?
-Si ese. Ahí está el catálogo de Atlas Copco.  Llevalo si lo necesitás.
Nicola lo miro con autosuficiencia:- Cuando hicieron el catálogo lo consultaron a “papá”- dijo vistiendo el personaje que había decidido jugar ese día.
-Bueno “papá” andá a laburar. Luego miró al muchacho y le dijo:
-Chau Giameo, empiece con el pié derecho, eh?
-Sí. No se preocupe.
Olmos se retiro.
-Vamos, pibe – Le dijo Nicola. -¿Cuál es tu nombre?
-Giameo.
-No, ese es tu apellido, ¿cuál es tu  nombre?
-Ah. Rubén. Rubén Antonio.
-Parece que es tano tu viejo, ¿no?-dijo Nicola riendo y recordando a Reconquista.
-Era. Sí, era tano, tano- contesto Rubén moviendo la mano en sentido vertical para firmar lo que decía
Caminaron el equivalente de cinco cuadras, calculó el joven para sí
-Como hay que caminar acá, ¿no?- le comentó el joven a Nicola
-Ya llegamos. Vení.
Pasaron entre unas calderas y luego subieron una escalera metálica-En el primer piso había un hombre con casco verde. Según le habían explicado a Rubén, los operarios de mantenimiento de planta, como Nicola y Rubén usaban cascos amarillos y los operarios de operación de la planta llevaban casco verde. Así que Rubén fue lo primero que asoció al ver al hombre al que Nicola saludo con un:
-¿Qué haces Rucci?
-!Hueee  Nicola!  -contesto el hombre de un modo que Rubén reconoció como un saludo paisano que algunos compatriotas de su padre utilizaban para saludarse.
-Aquí estamos- Nicola reparo en Giameo y continúo: -Te presento a Rubén es un compañero nuevo.
-Mucho gusto. Martínez para servirlo.
Rubén saludó con agrado a Martínez, un hombre gordinflón que tenía una pequeña sonrisa como mueca en su cara
-Che “Rucci” ¿Qué le pasa a esta catramina?-pregunto Nicola
-¿Al compresor? No sé, no sé, se jodió de repente –respondió Martínez.
Fueron caminando hasta la sala donde estaba el equipo mientras Nicola murmuraba por lo bajo;-No sé, no sé. Parece mentira-dijo mirando a Rubén- es el  operador de esta planta desde hace cinco años y no sabe que puede producir la falla de un equipo.
Al llegar al equipo Giameo se sorprendió. No había pensado que un compresor podría llegar a tener ese tamaño. Observó detenidamente el equipo, pero al dirigirse a Nicola no le hablo sobre eso:
-¿Por qué le dicen Rucci?
-¿Cómo?
-Cuando saludaste a Martínez le dijiste Rucci. Pregunto por qué le dicen así.- Rubén debió levantar el tono de voz, porque el ruido de los equipos hacia difícil hablar a un nivel normal.
-Es uno de los delegados del turno y está en el Sindicato. Supongo que será por eso. ¿Sabés quien era Rucci, no?
Giameo asintió. No hizo ningún comentario sobre el apodo ni el dador del apodo, a quien no respetaba. Rubén era un joven de esa generación que no se llevaba bien con los líderes sindicales, digamos, clásicos del sindicalismo peronista.
Pero el no iba  a hablar de eso en la Petroleum y frente a alguien que recién conocía.
Mientras tomaban las herramientas y comenzaban la tarea, Giameo presto atención a la caja de herramientas de Nicola. No solo era enorme, sino que estaba decorada con fotos de paisajes, un escudo de Colon de Santa Fe y fotos familiares.
-Tenés un armario, no una caja de herramientas.-Bromeó Rubén
-Es mi compañera. Y tiene que ser linda. Así son las compañeras de Nicola. Lindas
Rubén pensó que Nicola era de esos hombres que se animaban a arreglar cualquier máquina. Como su padre o como el mismo. Le demostraría con el tiempo a Nicola que eran de la misma madera de hombres.
Que los motores, los componentes mecánicos no representaban para ellos un enigma, sino un rompecabezas. Un mecano que sabrían armar y desarmar.
Esa comprensión creaba la habilidad de componer, de arreglar. No era una comprensión creadora. Era reparadora.
Giameo sintió una pregunta dentro de él. ¿Por qué no tenía esa comprensión hacia su mujer? Era ridículo pensó compararlas. Pero comprender es una habilidad. ¿Por qué no la comprendía? ¿Por qué todo tuvo que terminar así?
Pensó si Nicola tendría la habilidad de comprender a las mujeres. O más precisamente si Nicola era capaz de entender a su mujer. Creyó que si. El hombre parecía seguro de sí mismo. Y eso solo se consigue si uno tiene una mujer que te ama, pensó Rubén, encontrando una respuesta a las siempre esquivas dudas masculinas.

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