Nicola-I-La historia de los hombres

Nicola-I-La historia de los hombres


Sintió la tibieza de la luz del sol sobre su rostro y cerró los ojos…
Vino a la cabeza la imagen de Santa Fe y los bailes en la Sociedad Italiana.
Aunque era de sangre yugoeslava, Nicola y todos los jóvenes iban a la Sociedad Italiana que era el centro de reuniones y actividades.
Cuando su abuela Edith llego con la mama de Nicola en el vientre transcurría 1914 y Reconquista no llegaba a los 8000 habitantes. Y quiso que esa semilla en su vientre se llamase como ella si nacía mujer. Y así lo hizo
Dussan, el abuelo de Nicola venia para trabajar en el puerto o en los ferrocarriles. Era un obrero con la escuela de artesanía europea. Había trabajado en Alemania y refinado su oficio de calderero y trazador. Su conocimiento era un regalo del cielo para la creciente y floreciente Reconquista.
Para el abuelo de Nicola llegar a Reconquista era la posibilidad de huir de la guerra y las muertes tratando de conseguir un futuro para su familia, ahora creciendo.
-¿Me querés Nico?
-Ahá- contesto pasando su mano por el cabello rubio de la muchacha.
Nicolas Favelic tenía entonces mucha fuerza.
Tomo a Mariana de la mano y le dio un beso en la boca. Esa boca caliente de gringa chacarera en celo.
Ella pasaba sus dedos suaves –como si ondeasen sobre las teclas de un piano- por los pocos pelos que tenía entonces en su pecho y Nicola quedaba embelesado ante esa delicadeza femenina.
Mariana y el sol de Enero, Nicola la amo por primera vez a la hora de la siesta entre los trigales de los Rapazzini.
Mariana tenía la piel suave y Nicola muchas veces, pasados los años volvió a sentir la sensación de esa piel en sus manos, en su nariz escarbando sobre ella y la excitación creciente al desabrocharle el corpiño.
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Todos gringos en Reconquista.
Cuando Nicola empezó a preguntarse el por qué de algunas cosas, supo que esa fundación no se baso solo en la enorme laboriosidad de esos colonos sino también en la expulsión y la masacre de los aborígenes nativos de esa tierra.
Los suizos y otros colonos de origen europeo comenzaron a construir un pueblo que se transformo en ciudad cuando supero los 10.000 habitantes.
Cuando llegaron los abuelos de Nicola, Reconquista ya tenía puerto y la línea de ferrocarril que recorría parte de la provincia llegaba trayendo mercaderías para embarque.
 Reconquista no era -como muchas otras ciudades santafesinas- un pueblo de agricultores y chacareros.
 Tenía algunas industrias y ya a principios de siglo y con la llegada de inmigrantes por la primer Gran Guerra la industrias tabacalera, jabonera y de calzado habian comenzado a crecer.
 Cuando Nicola era un niño, en 1945, se instalo la Base Aérea Militar.
El y todos sus amigos se acercaban a ese enorme predio para ver al Focke Wulf 44J y a unos bombarderos bimotores que los llamaban los “Calquin”.
Nicola entonces soñaba con pilotear uno de esos monstruos. Esos sueños se potenciaban cuando en la biblioteca Florentino Ameghino, pasaban películas norteamericanas sobre la segunda Gran Guerra.
Se sentaba en la silla de la abuela y simulaba pilotear el Focke.
Su gorra de invierno con tapa orejas le servía para simular el casco simple de los pilotos y los lentes de su madre representaban las antiparras.
 Le resultaba difícil imitar el ruido del motor aun cuando ese ruido era característico y reconocido en Reconquista
Su abuelo le había hablado del Barón Rojo y de los héroes aéreos de la primera Gran Guerra
 Nicola imaginaba ese Focke como invencible, manejado por el, peleando para los aliados. Era difícil para Nicola sentirse argentino. Sus abuelos no lo eran y su madre sabía que había sido concebida en Serbia de donde venían Dussan y Edith. Por lo tanto se consideraba “media argentina” como gustaba aclarar
 EL padre de Nicola, era un  obrero del ferrocarril, hijo también de yugoeslavos. Pero murió en un accidente en el puerto, cuando Nicola tenía seis años.
 Para entonces Gerry Favelic había embarazado dos veces más a Edith. Nicola era el mayor de tres hermanos que se criaron bajo la protección de la madre y los abuelos.
Pedro e Ivan se llevaban algo más de un año siendo Pedro el mayor. Nicola le llevaba tres años a Pedro.
El abuelo Dussan era un hombre de mirada calma, siempre serio al que le gustaba hacer ciertas tareas de la casa que implicasen precisión.
 Odiaba pintar paredes o arreglar techos y cañerías, pero le gustaba arreglar la bomba de agua, ajustar y nivelar los marcos de las puertas y sus herrajes.
A veces se metía a reparar algún tractor de algún chacarero amigo y no aceptaba pagos en efectivo aunque si recibía con gusto hortalizas y verduras de  sus vecinos a cambio de sus habilidades manuales.
Dussan le enseñaba a Nicola parte de sus habilidades y el niño se entretenía desarmando piezas mecánicas que encontraba y que luego volvía a armar con una impresionante rapidez.

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