Tiempo

 “…Si a tu corazón yo llego igual,
 todo siempre se podrá elegir…”

Spinetta.

Cuando conocí a tu madre yo tenía veintidós y ella veintiséis.

Yo había salido del servicio militar y ella estaba terminando la secundaria.

No la había terminado antes, no por falta de capacidad (ese año se recibió y fue el segundo mejor promedio) sino porque su convulsionada alma necesitaba de grandes dramas. De grandes abandonos, como ella sintió siempre que  había hecho su padre

Tu mama era una morocha de ojos enormes y una sonrisa cautivante.
Yo subi al colectivo y ella estaba allí. Y me miro. Con esos profundos ojos oscuros que vos heredaste. Yo quede impactado y cuando ella bajo del colectivo, la segui.

No sé por que te cuento esto ahora, pero te estoy viendo criar a tu hija, mi nietita y recuerdo cuando eras asi de pequeña y  yo te criaba a vos.

 Y estuve enamorado de tu madre.
 Aunque ame otras mujeres, ya que no puedo estar sin amarlas, y por hacer eso se que la lastime.
Yo también me lastime.

 Quizás estoy hablando como un cursi, como solemos ser los hombres grandes, que nos creemos duros, cuando hablamos de amor.

Había salido del servicio militar y necesitaba trabajar.
Probé vendiendo cursos de ingles y otro tipo de cosas utilísimas, pero termine centrando mi esfuerzo en trabajar en una fábrica, en volver a la “tierra purificada de los obreros”  y sentir que emprendía nuevamente- después de ese año de vivir en la soledad en la que te sumergen cuando te arrancan del lugar al que perteneces- mi misión en la vida: Ser un revolucionario

Eso no prospero y no será esta reflexión el punto donde revisare esto. Parte fueron los pedidos de tu madre, parte-enorme parte- fue la dolorosa realidad de la muerte y la persecución

 Ya habías nacido vos y tenias un añito cuando deje de trabajar en la fábrica y comencé a trabajar en una oficina, en tareas más acordes con mis nuevas expectativas y allí retome los estudios de ingeniería que había dejado al comenzar el servicio militar.

 Yo busque en todos los años de esa época que compartí con tu madre, mi personalidad. Estaba todavía estudiando ingeniería, pero hacia artes marciales, participaba de talleres literarios, tenía una empresa de publicidad con tu mama y hacia fiestas en mi casa.

 Le dedicaba tiempo a todo eso, a la imposible American Buildings y no estaba cansado.
No como ahora, que siento cansancio, pensando en lo que debo hacer y en lo que me falta.

Conocí a tu madre y durante años solo fuimos buenos compañeros, pero yo necesitaba fuego en mi vida.
 Un fuego cuyo origen desconocía, que creía que provenía de la tensión entre  mi antigua militancia y esa cruda realidad de una Argentina amarrada y destrozada por una dictadura.
 Quería hacer algo que cambiase mi vida y en ese ínterin intentaba muchas cosas. Entre ellas enamorarme.
 A veces tomaba con ahínco los libros de ingeniería e intentaba ser erudito, otras me volcaba a la lectura de novelas tratando de dejar volar mi mente.
 Tomaba por asalto mi cuerpo y me entrenaba para torneos de artes marciales y ponía esmero en un taller literario pensando que podría escribir algo que conmoviese a alguien. Empezando por mí.

 Con tu mama armamos programas de radio, yo hacia las  entrevistas. Entreviste a José Barcia, a Pepe Rosa, al turco Manzur y a Galasso.

 Las entrevistas las armábamos pacientemente, las editábamos con el mayor de los respetos y las pasábamos en un programa en el que solo había música y las entrevistas como corte entre los temas.
 Era todo tan artesanal. Todo tenía ese encanto del trabajo a conciencia, de lo trascendente.

 Te veo a veces en tu pieza trabajar hasta tarde. También con pasión. Tratando que tus diseños sacudan a otros.
Que Les digan lo que tenés dentro.

 Sera eso lo tanto buscamos?
Sera eso lo que nos conmueve?

 Te miro mientras le das de comer a Olivia y tratas de transmitirle tu amor
Veo en tus ojos almendra parte de la mirada de tu madre, veo en tus pómulos los de mi madre y en el color de tu piel el de mi amada abuela.
Y escribo esto ahora que estoy solo.
Que vos y tus hermanos partieron, cada uno a su lugar en el mundo

Viajare a visitar a tu hermano Leandro a España y a tu hermana Andrea a Brasil

Tratare en cada viaje no solo de estar con ellos sino de unir hilos de mi vida, hilos que hablan de distintas mujeres, de distintos amores y de hijos.

 De hijos.
De esa cosecha de nuestra vida que nos sigue, que nos proyecta y hace que aun en la soledad, no sintamos el frio en la nuca.












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