Febrero

Estábamos los dos solos en ese pasillo enorme de la clínica

Mama estaba en la sala de parto y vos y yo esperando que naciera Gonzalo.
Yo tenía un libro de Física, si de Física cuántica, al que trataba de leer y concentrarme en él para que la espera no me hiciera estallar.
Cuando vos naciste fue distinto, estaba algo más tranquilo, pero en ese momento...
Y eso que Gonzalo era mi quinto hijo. El segundo con tu mama. Pero yo estaba nervioso.

Asi son las cosas a veces hijo, asi de extrañas , de complicadas y maravillosas
Cuando nació  tu hermana mayor Natalia, yo también tenia un libro en la mano.
De Matemáticas –creo- y con el que trataba de distraerme mientras en el pasillo, uno tan enorme y vacio como aquel de la clínica en la que nació Gonzalo, solo había silencio.
En este al menos estaba  tu figura pequeña y tu voz insistente preguntándome:
-Pa, ya va a nacer?

Yo quería que naciera ya y mi mente solo esperaba la salida de la enfermera diciéndome que era un varon. Un varon hermoso.
 En esa época vivíamos en la casa de Rawson, esa casa vieja con un jardín enorme y descuidado en el que los dueños originales habían criado gallinas, conejos y pájaros.
 Eran un turco y una italiana. Muy viejos ya y con plata suficiente para mudarse a Trelew y vivir en un departamento.
 En la época en que nosotros vivíamos, todavía estaban esas jaulas donde ellos habrían tenido cabecitas negras, tordos, rayaditos…
Y habrían tenido esperanzas y sueños, como yo tenia en esa época en que vos me preguntabas:
-Pa, ya va a nacer ?

Como seria Rawson en la época en que esa gente vivía en la casa ?
 Seria tan aburrida  como en la época en que nosotros viviamos?
 Seria tan chata como lo era en la época de nuestro paso por alla, con esa chatura que apagaba la sonrisa de tu madre a quien haber salido de aca, de la capital, la había descolocado.

Yo tenia muchos sueños en esa época, sabes ?
Algunos se hicieron realidad, pero la mayoría por suerte no.
Y digo por suerte porque siempre pienso que tenemos que tener sueños que podemos llevar adelante y otros que no.
Sueños, que no podremos llevar adelante nunca y eso lo sabemos de antemano.
Un sentido oculto y preciso nos anticipa que nunca sucederán, pero no eso no hace mella.
Eso no impide que los soñemos, que intentemos pasos precoces y otras decididos en ir por ellos.
 Pero no llegamos. Y aun asi lo hacemos igual porque nos hacen andar.
Porque hacen que todos los días podamos sacar la cabeza de la almohada para empezar el dia y hacen que a la noche, podamos volver a apoyarla solo para volver a soñar.

-Pa, ya va a nacer ?
Y yo miraba tu pelo enrulado, rubio, como había sido el mio cuando era chico y te decía:
-Si, plomo, ya va a nacer
-Pero yo quiero que nazca -decías en voz baja, moviendo tu manito

 Para la época en que el turco y la tana tuvieron sus hijos, solo estaba el hospital de Rawson. No había clínicas como estas, las clínicas de los sindicatos.
Tu hermana mayor también había nacido en una clínica de un sindicato.
Los petroleros de Avellaneda. Nacio mientras yo trataba de sumergir mi mente en ese libro de Matemáticas, creo, y tratar de sacar mis malos pensamientos, mis angustias, mis miedos…
 La mama de Natalia, Lucia, había comenzado con los trabajos de parto y se había puesto nerviosa. Era de madrugada y en la clínica estaban la enfermera y el médico de guardia.
Un medico joven con más miedo que yo, lo que era mucho decir

 Para la época que iba a nacer Gonzalo, vos y yo ya habíamos empezado a ser compinches.
Me acuerdo que cuando llegaba de dar clases, me preguntabas con tu media lengua:
 -Papi, ya “ministe” de la escuela ?

Yo te decía Prudencio Navarro. Tamaño nombre para una pulga  como eras entonces.
Siempre les puse apodos raros a cada uno de ustedes y a vos te había puesto asi: Prudencio Navarro, como el cuarteador de Barracas.

 Te gustaba que te dibujemos animales y autos. Muchos autos.
Despues vos nos dibujarías cientos y cientos de imágenes, de animales , de tortugas ninja, de monigotes…
 Los tengo todavía guardados , sabes ?
 Un dia te los voy a dar, como le he dado los suyos a tus hermanas mayores, a Natalia y Martina.
 Los tengo guardados y muchas veces los tuve en mis valijas, en mis portafolios, solo para mirarlos en los momentos donde necesitaba estar solo y preguntarme sobre mi.

Y el pasillo enorme de la clínica se hacia mas enorme con la espera y con nuestras solitarias presencias

Y, yo te miraba , mientras trataba de concentrarme en el libro de Fisica, en las jaulas del turco y en lo aburrido que era Rawson, para distraerme y no ponerme mas nervioso que lo que ya estaba esperando la llegada de Gonzalo.

Y allí vino ella, la enfermera , sonriendo.
-Es varon – dijo
Y yo creo que sonreí
Y vos dijiste:
-Nacio, Pa ?
-Si hijo, Gonza ya nació
Entonces te abrazaste a mi pierna y lloraste de la manera mas tierna que pueda recordar.
Tanto que aun siento tus lagrimas en mi pierna y por eso te cuento esto.
 


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