Charlas con Lobo Alpha: El tiempo pasado duele, pero la vida es hermosa

Charlas con Lobo Alpha: El tiempo pasado duele, pero la vida es hermosa


El Lobo está locuaz. Me cuenta sobre un proyecto que podemos tomar con el gobierno de Tucumán y otro con el gobierno de Entre Ríos.
En ambos tenemos amigos, viejos compañeros de militancia que hoy están en posiciones de gobierno, ejecutivas…
 Vamos por el puente Bosch, ese puente mágico que encierra la tragedia del tranvía caído en 1930 y que todavía es parte de la mitología urbana de los viejos porteños.
Nos dirigimos hacia Avellaneda y mi memoria vuela, y se deshilacha….
 La calle por la que vinimos se llama Lujan y es parte de una zona de casas bajas, luego uno se cruza con Coronel Bosch para salir directamente al puente. El nombre de esa calle y de ese puente recuerdan, supongo, al Coronel Roberto Bosch, uno de los héroes de la patriada de Paso de los Libres, cuando la base del partido radical era jacobina y la política para ellos era el camino de reparación de injusticias.
Luego de cruzar el puente, uno se encuentra en Piñeyro, un barrio dentro de la ciudad de Avellaneda.
Y nosotros hacemos ese camino porque fuimos a buscar a Martina Obdulia Gomez a Barracas y ella vive en esa calle que mencione, Pedro de Lujan
Martina es  una de las delegadas de la “DURAX” como la llaman todos, aunque la fabrica y la empresa tienen el merecido y pomposo nombre de Cooperativa Cristal Avellaneda-Durax Toda la vida.
Martina ingreso a la política gremial de la mano del Lobo.
Era una trabajadora del área de producción en el emblemático Horno 2 de la fábrica, que no solo representaba la posibilidad de que la fábrica produjese en términos de eficiencia, sino que era una especia de Tótem. La encarnación misma de lo que esa fábrica representaba.
En el 2002 la fabrica no solo estaba cerrada, sino que había sido saqueada.
Los ojos de Obdulia, quedaron marcados por esa época. Y en una maravillosa síntesis sobre los contrapuntos de la vida, ella jamás lograra que la tristeza desaparezca de sus ojos, así como jamás se apagara ese fuego femenino y maternal de lucha y vida que lleva dentro para siempre.
-Está preñada por la victoria – suele decir el Lobo cuando encontramos alguna de esas magnificas mujeres obreras que saben pelear como leonas.
 Y ahora cruzamos el puente Bosch y cruzamos por esa calle que tiene un nombre emblemático: Obreros de La Negra. Por el frigorífico La Negra.
Y no puedo evitarlo, es mucho para mí porque sé que soy un viejo pelotudo…pero lloro.
Y el Lobo mira para otro lado y Martina no entiende nada, como yo tampoco entiendo como a sus padres se les ocurrió ponerle Obdulia como segundo nombre.
Ahora vamos para Dock Sud a buscar a Soledad Gonzalez. Ir de Piñeyro a Dock Sud nos lleva por calles pequeñas, vueltas, giros… Y todo lo hacemos con gusto porque nos sentimos contentos en ese viaje.
Tenemos que ir para la zona del Puerto de Dock Sud y eso es parte de mi emoción. Yo viví en la refinería, porque mi padre trabajaba allí y fue jefe del taller mecánico y de calderería primero y de un área de mantenimiento mas adelante.
En el puerto de Dock Sud no hay embarcaciones para el solaz, sino buques petroleros.
Todavía tiene viviendas pobres, villas de emergencia e industrias petroquímicas como cuando yo era un chico de diez años y aprendía desde mi hogar de clase media acomodada a tratar con chicos de mi edad que vivían en villas.
Esa fue una escuela para mí  porque, luego, siempre entendí como reacciona un humilde frente a una injusticia y como reacciona un medio pelo cuando emerge su pobre vomito, de odio de clase hacia un humilde.
  Dock Sud es el corazón petroquímico del gran Buenos Aires y todavía mantiene esos olores pestilentes cargados en el aire, producto de la descomposición de restos de hidrocarburos, la destilación del petróleo, vapores y humo de alcoholes producto de una industria tan rica en sus beneficios económicos como terrible para la ecología del lugar.
 En mi juventud, cuando salíamos en bicicleta a recorrer ese mundo de las quintas de Dock Sud hasta la costa de Quilmes, nos encontrábamos muchas veces con terrenos donde bastaba con pisar fuerza para que los pies se hundiesen y cubriesen con una sustancia viscosa hija de la tierra, el agua y el petróleo.
 Vamos ahora hacia la casa de Soledad y entran a mi mente como vientos empujados por un huracán las quintas y las plantaciones de lechuga, tomate y otras hortalizas que después se vendían en los mercados de Dock Sud y de Avellaneda. Esa imagen de trabajo  decente, de buen cristiano, que quizás estamos recuperando.
 Esas pequeñas quintas desafiaban la furia destructiva del monstruo petroquímico porque entre los trípodes y la tierra triturada, algunos carros –salpicados sobre el paisaje- cargaban parte del fruto de la tierra y el trabajo honesto y se dirigían a la feria a venderlos.
  Ahora vemos los oscuros cascos de los barcos petroleros alzándose sobre esa boca del Riachuelo, monstruos sobre esas oscuras y sucias aguas…
-Recuerdo que vivías por acá- dice el Lobo para cortar esas lágrimas que de tantas parecen sudor en mi cara.
- También recuerdo un joven con ideales que no mariconeaba cuando había que poner el cuero- Y continua: - Dock Sud y La Boca tiene sangre común. Como vos y yo. Que sabemos que el pasado muchas veces duele. Pero sabemos también que la vida es hermosa…
- Lobo, quiere un mate?- pregunta Martina que siempre trae su termo y su mate
-Si dame uno Marti- dice cariñosamente el Lobo mientras se da vuelta hacia ella que está en el asiento de atrás
Cuando Martina le alcanza el mate, le pregunta:- Lobo, ¿puedo decirle Jorge?
El Lobo se queda confundido un segundo. Martina es una mujer cincuentona, algo gordita y ha trabajado toda su vida de obrera. Sus manos y sus dedos tienen las marcas maravillosas que el trabajo deja en la vida.
Sus ojos son de un marrón intenso y las arrugas surcan su cara como las estrias surcan el vientre de una mujer que ha tenido un hijo: Son la marca hermosa, no glamorosa, de la vida.
Pero todo eso y su espíritu la hacen una mujer hermosa…
-Si Marti, si me sebas otra mate, entonces podes…dice el Lobo mientras le guiña un ojo
Martina no solo admira al Lobo, veo en sus ojos y en su trato que está enamorada de él.
Pero igual que un servidor, el Lobo tiene Su Dama
 Nunca le pregunto al Lobo como sigue una relación con una mujer cuando veo que se produce ese indefinible estado en el que un hombre empieza a sentir una erección y una mujer ganas de hacer pipi.
Tampoco el me pregunta a mi cuando la situación se da a la inversa
Somos hombres de corazón amplio y cariño fácil pero tratamos de no lastimar ni ser lastimados.
Y aunque más de una vez hemos charlado como grandes amigos que somos, sobre las damas y su maravilloso hechizo,  no quiero ahondar ahora y  quizás hable de ello en otra charla con el Lobo Alpha.

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